El titular de este artículo es el nombre de una inspiradora canción escrita por el cantautor cubano Silvio Rodríguez, la cual dedicó a nuestro país y a su lucha por la libertad. Una lucha que era auténtica para muchos que pelearon y murieron en ella, y auténtica también para otros tantos que la sobrevivieron, pero que lamentablemente todavía esperan los beneficios que les fueron prometidos una y otra vez en el campo de batalla. Todo porque, aunque fue legítima para ellos, era en realidad una farsa y una pantomima de parte de quienes la dirigieron con el único fin de hacerse del poder en beneficio de sus propios intereses.
En esa composición, el autor también menciona a su entrañable amigo Roque Dalton, a quien ya antes había dedicado la canción «Mi unicornio azul». Al parecer, no sabía que el insigne poeta salvadoreño había sido vilmente traicionado, torturado y asesinado por sus mismos compañeros de organización, cumpliendo una orden emanada de la cúpula. Seguramente, cuando escribió ambos temas aún desconocía tan abominable hecho. Caso contrario, y dado que amaba tanto a su amigo, dudo que se hubiera inclinado por una canción que exaltara las acciones del ahora casi extinto movimiento de izquierda. Si hubiese sabido que su compañero de largas horas de profunda reflexión había caído víctima de quienes, al igual que a nosotros, lo habían engañado, haciéndole creer que buscaban un mejor futuro para este país, estoy seguro de que otra cosa hubiese escrito.
Después de finalizada la guerra y con la llegada al poder del primer gobierno de izquierda, los astros parecían alinearse a nuestro favor, luces de esperanza brillaron en nuestro cielo, pero estas luego se desvanecieron, consumidas por la avaricia de quienes falsamente prometieron que tanto derramamiento de sangre no sería en vano.
El asesinato de Roque Dalton es una muestra de que esa organización ha tenido siempre la costumbre de traicionar a su gente, luego de que esta ha servido para sus mezquinos propósitos. Por tanto, puede decirse que lo que hicieron mientras estuvieron en el poder no fue un desliz o una casualidad. La cobarde ejecución de tan ilustre poeta solo fue el preámbulo de la traición mayor que luego se vendría.
Lo de la izquierda en el país fue un proceso de transformación tan falso como fallido desde el principio hasta el final, y desde cualquier ángulo donde se mire, pues comenzaron cometiendo imperdonables errores y terminaron de la misma manera. Es imposible convertirse en algo distinto cuando la ambición y el indigno deseo de traición se traen en los genes.
No existe lugar a dudas que con el desprecio que la gente siente por ellos y la indiferencia que les muestran han recibido ya su merecido por haber jugado con la confianza y la dignidad de todo un pueblo.
Ahora sí creo que las palabras de Silvio están adquiriendo sentido, porque cuando nos empiezan a suceder cosas buenas, principalmente a los que habíamos estado por siempre ignorados, suelen mencionarse frases como las suyas al inicio de su canción: «El tiempo está a favor de los pequeños, de los desnudos, de los olvidados. El tiempo está a favor de buenos sueños y se pronuncia a golpes apurados».