La COVID-19 sorprendió al mundo en 2019. Respetables analistas internacionales afirmaron que nada sería igual después de observar los estragos que causó —y sigue causando— tanto en salud como en las economías, en general.
Médicos dieron la mala noticia de que cada humano teníamos que aprender a convivir con el virus en una nueva forma de vida.
Hasta hoy, la enfermedad sigue contagiando y asesinando personas a escala global.
Recién los países comenzaban a levantarse del golpe sanitario y a preocuparse de cómo recuperar sus economías, cuando recibieron un nuevo nocaut que los volvió a las lonas.
Me refiero a la guerra entre Rusia y Ucrania que está desatando una cantidad de problemas graves de los que no escapa ninguna nación.
El impacto ya se siente en el mundo.
Los anuncios apocalípticos no provienen de predicadores.
Esta semana, amplios reportajes de conocidas cadenas televisivas inundaron sus transmisiones con el análisis de los más grandes inversionistas del mundo, verdaderos analistas políticos, empresarios de renombre, economistas, entre otros, sobre la crítica situación que se avecina.
Los platillos servidos fueron variados al exponer un panorama más que desalentador. Hay varios puntos en los que concuerdan muchos: se está estableciendo un nuevo orden mundial, un nuevo orden geopolítico-eco nómico en dos grandes bloques –el G7 y los BRICS que siguen sumando naciones-, y hablan de recesión mundial y de estanflación, lo que significa que un significante número de países no crecerá económicamente, se estancará o decrecerá, mientras se continuará elevando el costo de vida.
Ven con mucha preocupación, además, los últimos acontecimientos: los movimientos militares de la República Popular China cerca de Taiwán; la visita de la presidenta de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Nancy Pelosi, a la isla, lo que ha sido tomado como provocación generando amenazas; los anuncios de la Fed sobre el alza de las tasas de interés nunca vistas; así como los explosivos acuerdos entre el presidente turco Recep Tayyip Erdogan en su visita a su homólogo ruso, Vladimir Putin, en su residencia de Sochi, catalogados como jugadas de ajedrez en el tablero geopolítico.
Para variar, Corea del Norte ha ofrecido ayuda militar a Rusia.
Los medios internacionales están exponiendo las consecuencias arrasadoras globales, sumando las crecientes dificultades que genera el cambio climático que está llegando a un punto de no retorno; la hambruna mundial que algunos afirman que ya ha empezado; la llegada de otras enfermedades, como la viruela del mono, que mantendrán arrodillado al mundo entero.
Ante esta situación que se sale de las manos, los expertos inversionistas y economistas alertan a todas las naciones a tomar acciones urgentes, anticipadas, por que el panorama es sombrío e inevitable.
Urgen de liderazgos y valentía. La prosperidad y la seguridad del mundo están en peligro.
En nuestro país, el presidente Nayib Bukele y su Gabinete Ampliado ya están analizando la situación, explorando medidas y acciones que disminuyan los impactos inminentes.
Sin duda, la tarea para cada nación es complicada, pero con la ayuda del Todopoderoso y las acciones acertadas del Gobierno nos sacarán adelante, como ya se ha demostrado con la lucha contra la COVID-19, la recuperación económica y las medidas que nos permitieron ser de los países con la más baja inflación.
Aunque algunos se frotan las manos malévolas, los salvadoreños tienen toda la confianza en su líder para conducir al país hacia mejores derroteros.