La formación de varias organizaciones no gubernamentales tiene que ver con la codicia al dinero que ofrecen países y fundaciones a escala mundial. Por eso se ve con frecuencia que ONG y sitios web se ponen el ropaje de defensores de derechos humanos, de libertad de expresión, de transparencia, de sociedad civil, entre otras vestimentas, para extender la mano.
En realidad, no los mueve nada de lo que venden. Los mueve el amor al dinero fácil, ese que derrochan los que se dejan sorprender. El ofrecimiento de dólares de algunas naciones tiene que ver también con los intereses de dominio geopolítico y su lucha contra aquellos que les estorban; y en el caso de las ONG, para justificar su existir y «recolectar» fondos.
Por eso no sorprende la intromisión de foráneos en asuntos de país con pronunciamientos sin conocimiento de la realidad, porque simplemente toman como verdad los escritos perversos de los «carniceros con pluma», a quienes también financian y premian. Una rueda de caballitos.
En este sentido, es curioso que uno de los periódicos tradicionales que aún mantiene con vida el poder fáctico publicara ayer una nota sobre el apoyo al régimen de excepción de la población de Villa Tzu Chi. En ese escrito se puede ver con claridad el anhelo del pueblo versus el rasgamiento de vestiduras del medio: «Habitantes entrevistados quieren este régimen por más tiempo, pese a que organismos internacionales han documentado la violación a los derechos humanos», reza. El contraste es claro.
Quiero pensar que realmente los foráneos ignoran la realidad. Veamos. Más de seis millones de salvadoreños hemos vivido en zozobra por más de dos décadas, sometidos al escarnio de grupos criminales que han sido solapados, protegidos y financiados por areneros y efemelenistas. Pero ahora, por el triste y pordiosero afán de querer recuperar el poder y seguir estafando a los salvadoreños, son capaces de ir en contra de la voluntad y soberanía de cada habitante. Es que su lucha es contra el pueblo, contra su seguridad, su paz, su salud, sus oportunidades y desarrollo. ¿Lo entienden?
La fórmula de la oposición para mentir, desmeritar y falsear es tan obvia: usan a estas ONG sedientas de dólares para hacer informes de «denuncias de violaciones de todo tipo»; luego, los propagan por medio de sus plumíferos y vociferantes a escala mundial. Y esa es la «gran documentación» que usan de argumento estas organizaciones extranjeras para su intromisión. Buscan hacer creer que 52,000 criminales son inocentes. Aberrante.
Los salvadoreños están clarísimos de que las acciones del Gobierno del presidente Nayib Bukele son para devolverles todo lo que les negaron por décadas: seguridad, empleo, educación, salud, entre otros aspectos. Lograr todas las correcciones no es asunto fácil. Sin embargo, en tres años, los avances son indiscutibles.
Mientras el presidente Bukele trabaja sin descanso, la oposición y sus sectores aliados, conspiran. Y entre más nos acerque mos a los eventos electorales, sin duda, la carnicería será brutal, despiadada. Ya se ve al club de los piriches colocar toda la carne en un solo asador.
No les cae el 20 de que el pueblo respalda el combate a la atrocidad de los grupos criminales y, además, es testigo de las acciones que se llevan a cabo para cuidar su bolsillo, así como de las estrategias para disminuir o eliminar la vulnerabilidad, un aspecto elemental que nunca fue atendido con seriedad.
Estoy seguro de que los ciudadanos no quieren regresar al pasado, ni lo permitirán. Conocen muy bien que los «cazadores de dólares» –léase ONG de la «sociedad civil», «defensores de derechos de criminales», asesinos con pluma y micrófono, loqueros, religiosos mercaderes de la fe, políticos jurásicos y neófitos, entre otros— van por todas sin importarles la voluntad soberana del pueblo.
Saben qué mueve al bloque de oposición «for a few dollars more…». La verdad bíblica es contundente: «La raíz de todos los males es el amor al dinero».