De acuerdo con el Ministerio de Salud, los costos asociados para atender a cada lesionado en accidentes viales supera los $24,000. Los gastos en los que el Estado incurre para atender a las víctimas de siniestros en las carreteras comienzan con el traslado del paciente en ambulancia del lugar del accidente hacia el centro hospitalario más cercano.
La estancia del paciente en el hospital puede variar a consecuencia de la gravedad de las heridas. El promedio es de 10 días de hospitalización, pero podría ser hasta de 15 días si los daños son profundos. Todo eso también tiene un costo que el Estado asume al brindar las atenciones que requiere para cada circunstancia.
Las salas de operaciones, por ejemplo, tienen costos superiores a los $2,600 y si se requieren unidades de cuidados intensivos, entonces hay que sumar otros $2,100, eso si no es necesario usar maquinaria para respiración asistida. A esto se suman los costos por el control de seguimiento de los pacientes, que también abultan la factura.
En definitiva, cada accidente que ocurre en la carretera genera una montaña de gastos, esto sin incluir los costos emocionales de las víctimas, los daños irreparables causados a una familia por la pérdida de uno de sus integrantes o las secuelas que dejan las lesiones causadas por fracturas y otros traumas, que afectan diversas facetas tanto en la vida laboral como en las relaciones sociales, así como incontables horas dedicadas a terapias para recuperar facultades motoras.
Las nuevas reformas de las leyes de tránsito buscan que los salvadoreños que tienen el privilegio de conducir sean más responsables y tengan plena conciencia de las consecuencias que genera el mal uso de una herramienta como lo es un automotor. También recalcan la responsabilidad que adquiere una empresa que se dedica tanto al transporte de personas como de mercaderías, en función de la protección de la vida de otros motoristas, transeúntes y peatones.
Los costos que le genera a la sociedad el mal uso de automóviles, camiones, buses y demás vehículos son enormes e implica también dedicar muchas horas de trabajo de personal calificado en la red pública de hospitales para atender las emergencias, muchas veces, por la irresponsabilidad al volante.