Las elecciones del 4 de febrero significaron la caída estruendosa de varios partidos políticos, algunos de los cuales se habían plantado ante sus financistas como las opciones de gobierno para los salvadoreños. Sin embargo, para el pueblo esas estructuras políticas dejaron de ser viables hace mucho tiempo, por lo que las urnas reflejaron el rechazo.
El FMLN se perfila como el gran perdedor de la jornada electoral. Aunque su candidato presidencial, Manuel Flores, quedó después del presidente Nayib Bukele, la diferencia es tan abismal que es absurdo considerarle «segunda fuerza». Se trata de poco más de 200,000 votos frente a los 2.7 millones de sufragios cosechados por el presidente Bukele.
Prueba de la catástrofe electoral sufrida por el partido de izquierda es que su ya mermada bancada parlamentaria, formada por cuatro diputados, quedó borrada del mapa. El FMLN, por primera vez desde que participa en elecciones, no tendrá representantes en la Asamblea Legislativa.
En 1994, el Frente compitió en las elecciones presidenciales, legislativas y municipales apenas dos años después de ser legalizado, vía decreto, pues la ley impedía que un partido con armas compitiera en los comicios. Logró colarse a la segunda vuelta presidencial, ganó un par de docenas de alcaldías y colocó a 21 diputados.
Treinta años después, en cambio, su votación es una escuálida sombra de lo que llegó a tener y ningún diputado rojo estará en la próxima Asamblea.
ARENA, aunque quedó en tercer lugar en las elecciones presidenciales, tendrá dos diputados, otro resultado que muestra el rechazo popular hacia ese partido. VAMOS, que ni siquiera compitió en las presidenciales, logró ganar un escaño en San Salvador, gracias a su mediática diputada, famosa por pedir la liberación de los detenidos durante el régimen de excepción.
Nuestro Tiempo, que tenía un diputado, también quedó fuera. Además, no consiguió los votos suficientes para continuar como partido político y será cancelado.
Ayer, estos tres partidos políticos hicieron causa común y pidieron al Tribunal Supremo Electoral declarar nulas las elecciones sencillamente porque no aceptan la derrota. En otras palabras, no aceptan que los ciudadanos solo les dieron votos para tres diputados y por eso consideran que deben repetirse las elecciones.
La democracia le da el poder al pueblo, y el pueblo salvadoreño habló fuerte y claro. Estos son los grandes perdedores de las elecciones. En la otra cara, el gran ganador es El Salvador, que continuará viviendo en paz y seguridad.