Desde los primeros anuncios de la propagación de la COVID-19 en Asia y en Europa, el presidente Nayib Bukele anunció una serie de medidas para retrasar la llegada de la pandemia al territorio nacional. Dada la naturaleza actual del mundo globalizado, la propagación del coronavirus en todo el planeta era un hecho incuestionable, pero las medidas tomadas lograron contener y ganar tiempo para preparar al país ante una enfermedad que había postrado los sistemas de salud de naciones del primer mundo.
No fue una tarea sencilla. Los gobiernos de ARENA y del FMLN dejaron en las ruinas la red nacional de hospitales públicos, los cuales tuvieron que ser reconstruidos a marchas forzadas y corriendo contra el reloj, mientras estos políticos y sus aliados bloqueaban el desembolso de fondos y minimizaban el impacto de la COVID-19, a la que incluso llegaron a calificar de «una gripita».
Toda la institucionalidad del Órgano Ejecutivo se volcó hacia el Ministerio de Salud para enfrentar de la mejor manera la pandemia. Se construyó un hospital especializado en tiempo récord y ahora el Hospital El Salvador es un referente internacional para combatir la COVID-19. El país logró navegar la crisis de la pandemia con una tasa de fallecidos menor a la del resto del mundo y con menos pacientes ingresados.
Mientras en varios puntos del planeta en estos momentos se encienden las alarmas (como en Estados Unidos y China) por el resurgimiento de focos de contagio y el surgimiento de nuevas variantes del coronavirus, el Ministerio de Salud de El Salvador no tiene a ningún paciente con ventilación mecánica y solo se reportan 10 casos diarios detectados por las múltiples pruebas PCR que se toman constantemente en los tamizajes comunitarios y en laboratorios privados. En lo que va de enero, el país reporta siete días sin fallecidos a causa de la COVID-19.
El Ministerio de Salud reportó un aumento de casos, pero, hoy por hoy, lo que se tiene es un marcado descenso de los casos, gracias a las medidas de contención implementadas desde el inicio de la pandemia.
Además, las autoridades siempre optan por la prevención. Es decir, el uso de la mascarilla debe mantenerse en la medida de lo posible y si se tiene que compartir espacio con muchas personas. Ante los mínimos síntomas respiratorios hay que hacerse la prueba para descartar que sea COVID-19 o, en caso contrario, para combatir el contagio con molnupiravir, el moderno medicamento que el Gobierno adquirió para tratar la COVID-19 y que pocos estados entregan gratuitamente a sus ciudadanos.