El Salvador cambió totalmente. Las elecciones presidenciales, de diputados y alcaldes pasadas reconfiguraron el mapa político. Hay realidades indiscutibles, por más interpretaciones antojadizas que hagan los que no quieren aceptarlas.
La primera, los salvadoreños son Nayib Bukele, fuera y dentro del país. Eso lo sabían los opositores, por eso la batalla campal en contra de él. Ahora, los leguleyos, plumíferos, religiosos y cabecillas de ONG que escriban sus lamentos en su diario de vida, en sus panfletos, en sus webs o en el púlpito con el título: «Cómo perder brutalmente contra el pueblo». Patos disparando a las escopetas de alto calibre.
Aunque a varios plumíferos apologistas corruptos prófugos les duela, Nayib, incólume.
Nayib es amado por El Salvador porque tuvo el valor de cambiar el sistema político corrupto del poder fáctico que protegían sus espurios partidos ARENA, FMLN, Rodolfo Párker y los nuevos institutos sumados al guion, VAMOS y Nuestro Tiempo.
Nayib es amado por su pueblo porque tuvo los pantalones para enfrentar a los grupos criminales de las maras y pandillas que eran más fuertes que toda la institucionalidad del país. Mientras, areneros, efemelenistas, VAMOS y Nuestro Tiempo gritaron a los cuatro vientos que se eliminara el régimen de excepción y que los criminales fueran liberados. ¡Protectores de asesinos son! ¡Nunca les importó la vida del pueblo!
Segundo, la inteligencia de los salvadoreños les dictó que su líder presidencial necesitaba gobernabilidad, es decir, diputados que respaldaran todas sus acciones. Y así se manifestó en las urnas el 4 de febrero pasado. El pueblo decidió que Nuevas Ideas tenga la mayoría absoluta y que no dependa de ningún otro partido político para aprobar iniciativas en favor de la sociedad: seguridad, salud, educación, oportunidades, desarrollo local, entre otras.
Los diputados de Nuevas Ideas saben de la responsabilidad que el pueblo ha depositado nuevamente en ellos, como legisladores del partido del presidente Bukele, y sé que están listos para entregar todo por El Salvador.
Tercero, una recomposición política territorial. Queda demostrado que los salvadoreños necesitan funcionarios cercanos a ellos, en cada municipio y, ahora, en cada distrito. El pueblo dictaminó «no más areneros y frentudos en las municipalidades». No hay discusión alguna en esto. Lo de La Libertad Este es el trabajo de la persona, no del partido. Punto.
Lo que mi amigo Nayib escribió en su cuenta de X lo dice perfectamente: «Está claro que en muchos municipios la gente ha votado por alcaldes que no son de Nuevas Ideas; esto es el voto de castigo a las pésimas gestiones que algunos de ellos han realizado».
Es que Nayib no avala a quienes se mueven por intereses propios, mezquinos, entre bambalinas por tener poder sin límites, sino a quienes trabajan en favor del pueblo, tal y como lo hace él. Nayib necesita de personas que tengan la misma misión y visión. No es posible que aún haya personajes que tengan similares actitudes de los políticos areneros y efemelenistas corruptos.
Nayib sabe que es momento de trascender en todas las latitudes para escalar a El Salvador. Hay que estar a su altura, siempre. Hay que acompañar con lealtad su liderazgo.
En cada municipio, los ciudadanos hablaron claro: el voto es para quien trabaja por nosotros y respalda al presidente Bukele. Y las alcaldías entregadas a los aliados GANA, PCN y PDC lo ilustran perfectamente: trabajan por el pueblo y son aliados del presidente.
Son claros los mensajes del pueblo salvadoreño. El nuevo mapa político lo conforman el presidente, su partido y sus aliados. No hay más que decir. Este es el mapa del pueblo. La verdadera democracia habló y ganó.