Los mercados financieros se encuentran en un gran período de transición. Un fuerte movimiento al alza en las tasas de interés de mediano y largo plazo han llevado a los inversionistas a cuestionarse si estas son señales de un mejor futuro económico o si, por el contrario, es un movimiento que terminará agobiando la economía y los mercados, ocasionando de nuevo un oscuro episodio.
De hecho, hace un año, en marzo de 2020, los osos se adueñaron de Wall Street tan pronto llegó la pandemia, donde precisamente las bolsas caían estrepitosamente. Pero finalmente, el 23 de marzo, se tocó piso, aunque después de caídas de más del 20 % en los principales índices de renta variable a escala global.
En 2021, nos damos cuenta de que los osos nunca se fueron, simplemente cambiaron de mercado y ahora atacan al mercado de bonos. El índice Bloomberg Barclays US Treasury Long, el cual mide el rendimiento de los bonos del Tesoro de Estados Unidos con un vencimiento de 10 años o más, ha ingresado oficialmente en un mercado bajista con una caída acumulada de -20 % desde agosto, su mayor caída en los últimos 40 años. Pero los zarpazos más profundos han sido durante este primer trimestre, pues en lo corrido del año acumulan una pérdida de -14.5 %.
Pero, en nuestra opinión, aunque esto suene aterrador, la realidad es que la subida de las tasas —en especial las tasas a largo plazo— y la rotación a activos más sensibles al ciclo económico es una prueba de confianza en la economía global, y más que todo en la economía estadounidense, la cual se espera que este año alcance su mayor crecimiento desde 1984 cuando se alcanzó un crecimiento económico real de 7.3 %.
Así mismo, el empinamiento en las curvas de rendimiento es una reacción típica de libro de texto y sucede normalmente cuando una economía dentro de su ciclo económico deja atrás la recesión e inicia su recuperación temprana, es un movimiento que se ha visto en otros períodos como en la crisis punto com o en la crisis financiera de 2007/2008, pues los inversores comienzan a descontar mayores expectativas de inflación y crecimiento, impulsando las tasas de largo plazo hacia arriba; mientras que las tasas de corto plazo, que son afectadas principalmente por decisiones de política monetaria, se quedan ancladas en niveles bajos, y reflejan la postura del banco central.
Durante estos períodos, los inversionistas favorecen los sectores cíclicos y dejan de lado las inversiones de crecimiento y mayor duración, una característica importante del sector de tecnología, aunque el cambio en las tasas de interés difícilmente explica que las megatendencias como comercio electrónico, inteligencia artificial, 5G, entre otros, desaparezcan o tengan un mal desempeño en el mediano y largo plazo, aún más cuando hay sólidas perspectivas de crecimiento económico.
Es muy importante hacer énfasis en que la subida del rendimiento del tesoro americano a largo plazo se debe principalmente a buenos datos económicos, una perspectiva económica muy positiva, y no a un «shock» inflacionario; ya que, aunque la inflación repunte este año, aún existen muchas fuerzas deflacionarias, principalmente la tecnología.
El riesgo principal es que el crecimiento económico sea muy explosivo y termine siendo más inflacionario de lo que piensa la Reserva Federal, llevándola a retirar su posición flexible más temprano que otros bancos centrales. Por esta razón, el mercado cree que cualquier sobrepaso del 2 % en la inflación activaría directamente un «tapering».
De hecho, de acuerdo con la encuesta mensual a los administradores de portafolios hecha por el banco de inversión Bank of América Merrill Lynch en marzo, una mayor inflación o un retiro de estímulos monetarios como reducción en las compras mensuales de bonos («tapering») han reemplazado a la COVID como el mayor riesgo para los mercados.