Las perforaciones están de moda, pero ¿qué tan malo es hacerlas en la boca? Una de las características de las personas ingeniosas y con una gran imaginación es que destacan por ser diferentes a los demás o tienen un alto grado de deseos de llamar la atención. Una forma de hacerlo es por medio de los tatuajes o los «piercings».
Modificar el aspecto de la piel con un tatuaje o con un «piercing» puede significar decorar el cuerpo, para algunos, y mutilarlo, para otros. Esto depende de los ojos que lo vean o de la piel que lo sienta.
En la clínica dental es ahora muy usual ver perforaciones en la lengua que han dejado cicatrices no muy estéticas, ya que muchas veces la respuesta inflamatoria de la piel o de la mucosa perforada no responde adecuadamente a la injuria o perforación del tejido en algunos pacientes.
¿Qué problemas podemos tener al no seleccionar un aditamento adecuado o no colocarlo en la zona anatómica apropiada?
La lengua tiene arterias y venas cuya función es irrigar, por lo que perforar una de ellas puede poner la vida en peligro. Hacer perforaciones con materiales no esterilizados o elaborados inadecuadamente puede provocar una infección o rechazo biológico y evolucionar a una emergencia médica.
Los «piercings» en la lengua a veces tienen contacto con la zona de los dientes, esto provoca una recesión gingival, es decir, que la encía migra, descubre las raíces de los dientes y se corre el riesgo extremo de perderlos.
También pueden provocar una enfermedad periodontal, ya que acumulan placa bacteriana. Además, traumatismos accidentales y problemas de masticación, por el golpe que a veces causa con el paladar o con las piezas, las cuales pueden fracturarse; alteraciones del habla, mal aliento, alteraciones en el gusto y hasta la ingestión accidental del «piercing». En un caso extremo, la irritación constante de un tejido se podría degenerar en un tumor.
¿Valdrá la pena poner en riesgo la salud? Mi consejo es que, si se decide colocar un aditamento en la boca, se debe hacer una revisión anual de los tejidos para descartar cambios de color, zonas de inflamación o deformación, ya que un padecimiento como el cáncer, por ejemplo, al principio no duele y es necesaria la intervención de un especialista para detectarlo.
Los jóvenes que se aventuren a colocarse un «piercing» deben hacerlo en el lugar anatómico adecuado, asegurarse de que el instrumental está estéril y de que no son alérgicos al metal que se utilice; también deben tomar en consideración la experiencia de la persona que lo hará y, si no están seguros, es mejor no arriesgarse. Quizás, dentro de pocos años, lo mejor y diferente será no estar tatuado o perforado de la piel o la boca, y entonces marcarán la diferencia.