Un día de enero de 2019, cierto religioso me dijo categóricamente «aquello que fue, ya es; y lo que ha de ser, fue ya…». Su comentario tenía que ver con las elecciones de febrero de ese mismo año, cuando las encuestas apuntaban a un gane de Nayib Bukele sobre ARENA y el FMLN.
El amigo me daba a entender lo improbable de que alguien que no fuera del bipartidismo llegara a la silla presidencial, es decir, para él todo estaba escrito en un sistema bien montado para no ser roto nunca, por lo tanto, las cosas seguirían igual. Claro, me lo dijo con pleno conocimiento del poder que siempre estuvo detrás de ambas ideologías.
En ese mismo mes, en una llantería, un señor muy amable, con líneas de expresión en su rostro de ser un luchador en la vida, me preguntó: «¿Usted cree que Nayib Bukele va a ganar la presidencia?». A responderle iba cuando rápidamente me dijo: «Yo estoy seguro de que sí, porque queremos un cambio, ARENA y el FMLN son iguales de ladrones».
Gracias a Dios, el pronóstico del religioso fue errado. El texto bíblico del Libro del Eclesiastés que usó no tenía aplicación para este evento político. El pueblo salvadoreño rompió lo que no estaba roto, como predijo el trabajador de la llantería. Bien dicen que el momento ideal para cambiar es cuando no parece necesario. Si no está roto, ¡rómpelo!
El pueblo no solo rompió el bipartidismo corrupto y nefasto. Con total valentía, cambió el sistema en su favor, costara lo que costara.
Puso como su líder a Nayib, cuya fijación es tal que no permite que montaña alguna se interponga en su camino cuando de beneficiar a los salvadoreños se trata.
El presidente ha demostrado que es un estadista con visión de futuro, poseedor de claridad, convicción e ilusión, que sabe trasladar esa visión coherente con la misión y los valores a una estrategia integral, que comunica eficazmente teniendo el micrófono más grande, y que fomenta la innovación. Ese es el líder inspirador que obtiene resultados extraordinarios y que ha logrado que hoy se reconozca positivamente a nuestra nación.
Su capacidad de liderazgo, trabajo, estrategia, gestión de equipos y solidaridad traspasa fronteras. Lo demostró ayudando a nuestros hermanos hondureños con el envío de vacunas contra la COVID-19. Lo demuestra ahora enviando al experto Grupo USAR a ayudar en las labores de rescate en Turquía, luego de los dos sismos.
Ahora, Nayib comparte la gran satisfacción de la misión salvadoreña que ha logrado redimir supervivientes, una mujer y un niño, luego de ¡150 horas de estar soterrados! Un milagro gracias a Dios.
Solo los dechados de maldad no aplauden los resultados de un equipo élite de valientes rescatistas que exponen sus vidas para salvar las de otros.
Sin duda, el Pulgarcito de América tiene reconocimiento mundial por aspectos positivos: excelente manejo de la pandemia, recuperación económica rápida pospandemia, desarrollo impresionante del turismo, ser ahora uno de los países más seguros en el mundo, su gran solidaridad con las naciones, entre otros muchos aspectos.
Claro, los que conforman el bloque de oposición se jalan los pelos y estoy seguro de que se preparan para causar caos sin medir consecuencias. Están dispuestos a todo, tal como lo hicieron durante el conflicto armado y las tres décadas posguerra.
Pero, pasan por alto que los salvadoreños honestos ya no están dispuestos a volver al pasado. Aprecian lo ganado a su favor y protegerán al nuevo El Salvador que cuenta con un mandatario que pone de manifiesto sus habilidades de liderazgo, proveniente de su total compromiso con la vida humana, con su pueblo.
El pueblo la seguirá rompiendo en su favor, aunque algo no esté roto.