Una mesa del comedor, una laptop y un ventilador sustituyeron la amplia oficina con aire acondicionado en la que trabajaba Karla Flores hasta febrero de 2020, pues la emergencia sanitaria ocasionada por la pandemia COVID-19, provocó que la Organización No Gubernamental (ONG) en la que trabaja enviará a sus de 50 colaboradores a la laborar desde casa.
«Ha sido un proceso de adaptación, al principio no me gustaba, pero ahora me he familiarizado y he podido generar un entorno en el que siento cómoda y productiva, todo fue más fácil cuando pasaron los meses de confinamiento obligatorio», comentó la joven de 26 años.
Mientras tanto, Roberto Osorio, cuenta que en febrero de este año retornó a la oficina, tras 11 meses de teletrabajo. Para el joven, el encierro significó un reto, pero reconoce que esta situación le permitió seguir generando ingresos en un periodo que recuerda como incierto.
«Yo me siento mejor en el trabajo presencial, el tiempo que estuve desde casa me generó ansiedad, pero reconozco que es una excelente opción, tengo algunos compañeros que prefieren esta modalidad. En tema económico es mejor porque no gastas en comida o gasolina», compartió.
El teletrabajo sirvió en 2020 para que las empresas a nivel mundial no frenaran sus operaciones debido a los confinamientos obligatorios decretados por los gobiernos para detener contagios. En El Salvador varias industrias adoptaron esta modalidad.
Según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), solo en América Latina y el Caribe más de 23 millones de personas trasladaron sus espacios laborales hacia sus casas como consecuencias de una situación sanitaria que exigía distanciamiento social.
«Esto permitió la continuidad de actividades en algunos sectores en el contexto de una caída devastadora de la actividad económica, con pérdida de empleo, caída de los ingresos y cierre de empresas», señala el estudio del organismo.
Las estimaciones preliminares de la OIT indican que, al igual que en otros lugares del mundo, esta modalidad surgió como un mecanismo para garantizar la continuidad de ciertas actividades económicas y, con ello, de la relación laboral.
La entidad estima que entre el 20 % y 30 % por ciento de los asalariados que estuvieron efectivamente trabajando lo hicieron desde sus domicilios durante la vigencia de las medidas de confinamiento. Antes de la pandemia, esa cifra era inferior al 3 % por ciento.
«La crisis causó una aceleración de tendencias en los mercados laborales, lo cual deja la sensación que junto a la situación dramática de la pérdida de empleo el futuro del trabajo se estuviera manifestando antes de lo esperado», afirmó Vinícius Pinheiro, director de OIT para la región.
El informe destaca que, aunque es muy temprano para predecir el alcance efectivo del teletrabajo, será necesario que los países estén preparados para asumir que esta modalidad llegó para quedarse, ya sea como una solución conveniente para algunas personas y empresas, o a través de la proliferación de formas híbridas que combinen amabas formas laborales.
Agrega que, si bien ya antes de la pandemia existía el trabajo desde el domicilio, este abarcaba principalmente a trabajadores por cuenta propia, o en situaciones especiales se combinaba con tareas en el establecimiento, pero en el contexto de cuarentena pasó, en muchos casos, a ser la modalidad exclusiva de trabajo.