Respecto a la decisión, la brillante escritora J. K. Rowling expresó: «Son nuestras elecciones las que muestran lo que somos, mucho más que nuestras habilidades». Ciertamente, el ser humano evoluciona a nivel mental y espiritual en la medida que va tomando decisiones y ellas le permiten acrecentar su carácter y su porte ante la vida. Ya que no somos nuestro origen ni inicio, somos nuestras decisiones.
¿Pero qué implica decidir? Desde cualquier visión académica o más de corte espiritual, decidir no es más que considerar o sopesar variantes y elegir sobre una para desarrollarla en la vida cotidiana. De ahí que sea necesario que el ser humano aprenda a decidir, se le enseñe a pensar analíticamente y, por tal, a decidir concienzudamente. Elegir por elegir es como vivir por vivir, sin propósito o sentido de vocación.
Empero, hay que tener claro que cuando se expresa la idea de que la elección no ha de ser solo un movimiento empírico se establece o se sienta la base de algo fundamental, tal como dijo el maestro Platón: «El que aprende y no pone en práctica lo aprendido, es como el que ara y ara el campo y nunca siembra». No es cuestión solo de decidir, se debe aprender a decidir, a elegir, a sopesar, a considerar consecuencias.
De acuerdo con la Real Academia de la Lengua Española, la determinación «es la resolución que se toma o se da en una cosa dudosa». Resolución, lo cual no es solo elección, es solucionar una cuestión y para ello es lógico que se necesita conocimiento de causa, de proceso y de ejecución. Decidir es elegir sobre algo que solucione una circunstancia de la vida; así de importante es saber solventar.
Así pues, elegir incorrectamente aleja de lo propio del ser humano, de su naturaleza racional valorativa; no saber valorar es no saber elegir y, por tal, decidir erróneamente. Si se enseñara a pensar y a decidir, cuántos errores de la vida se lograran evitar, sufrimientos innecesarios, peleas y conflictos sociales. Por ende, aprender a observar, considerar y sopesar es ante todo la base de un caminar idóneo y por tal, recto.
De ahí que algunas consideraciones para saber decidir pueden ser: 1. Conocerse, confiar en Dios y en sí mismo. 2. Enfocarse en lo que se quiere. 3. Identificar pros y contras. 4. Reducir opciones, leyendo el pasado. Quizá estas ínfimas consideraciones pueden ser el axioma de un aprendizaje continuo para pensar analítica y críticamente y, por tal, saber elegir adecuadamente, que al final es lo que nos eleva como especie.
De tal manera que, saber elegir es tal como dijo el Premio Nobel de la Paz Nelson Mandela: «Que tus decisiones reflejen tus esperanzas, no tus temores». El temor es la alargación psicológica del miedo, el cual es natural, por tanto, soltar el temor y tomar la esperanza es un buen punto de seguridad para decidir, ya que al final elegir busca un estado de paz en el futuro que se está atrayendo por medio de la elección.
De tal modo, apreciable y sabio lector, que aprender a pensar y decidir es la base de una sociedad próspera, más justa y humana; por ello, el contexto actual debe ser un ejercicio fundamental de los salvadoreños, saber elegir será el sostén de lo que se ha estado construyendo, un mejor futuro para las nuevas generaciones; sopesando el pasado y el presente, es como saldrá un decisión precisa y oportuna.