Entre las innumerables imágenes y videos inconcebibles que documentan la brutal masacre perpetrada por los terroristas de Hamás el 7 de octubre se destaca un audio en particular que arroja luz sobre la cruda realidad del conflicto israelí-palestino. Más allá de las imágenes impactantes que quedaron grabadas en la mente, este audio encapsula de manera vívida la esencia del conflicto.
«¡Hola, papá!», grita uno de los terroristas palestinos que usó el teléfono de una de sus víctimas para llamar a sus padres. «Abre tu WhatsApp y mira a todos los que asesiné, papá, míralos», gritó. «¡Mira a cuántos maté con mis propias manos! ¡Tu hijo mató a 10 judíos!», siguió el asesino exclamando con orgullo.
«Que Dios te bendiga, hijo», responde el padre entre gritos. «Papá», seguía el palestino con emoción, «te llamo desde el teléfono de una judía. La maté a ella y a su esposo con mis propias manos».
En el fondo se escucha a sus padres en llanto de alegría. Durante 2:53 minutos el asesino celebra su logro con inmenso orgullo, pero incluso más atroz es quizá escuchar el emotivo llanto de su madre: «Ojalá estuviera contigo, hijo. Mata. Mata. Mátalos».
Desde hace décadas, el sistema educativo palestino ha creado generaciones de odio. Niños en kínder y escuela van a campamentos de verano vestidos como hombres-bomba simulando cómo asesinan violentamente a soldados y a civiles judíos.
Pistolas, cuchillos, simulaciones de ataque a sionistas son el corazón latente del campamento.
El Instituto para el Monitoreo de la Paz y la Tolerancia Cultural en la Educación Escolar analizó más de 10,000 páginas de materiales de enseñanza del Ministerio de Educación Palestino. Los resultados fueron asombrosos: el currículo de quinto grado instruye a los estudiantes que «realizar el Jihad es su deber personal».
En décimo grado se les enseña a los estudiantes que el «Jihad es una obligación personal para todo musulmán». Los libros escolares palestinos no dejan duda: deslegitimación, demonización e inducción a la lucha violenta contra Israel. Es su eje principal.
Ni siquiera Mickey Mouse queda fuera: en el canal de televisión Al-Aqsa de Hamás en Gaza se presenta una marioneta con forma de oso llamada Natzur (Vencedor), que incita de manera explícita a matar a judíos y a degollarlos para expulsarlos de la «tierra palestina». En otro programa se ve una marioneta con la figura de Mickey Mouse llamando a incitar fuertemente contra Israel, promoviendo los atentados suicidas entre los niños.
Es innegable que el camino hacia la paz en Oriente Medio solo podrá trazarse cuando se erradique el odio del sistema educativo palestino, que ha adoctrinado estratégicamente a millones de niños con hostilidad durante décadas. Los asesinos en la mascare del 7 de octubre son los mismos muchachos que años atrás vieron a Mickey Mouse incitando a «liquidar a los malvados judíos».
La comunidad internacional debe mantener su firmeza en la demanda de una reforma educativa palestina inmediata, ya que es la única forma de allanar el camino hacia una auténtica coexistencia y una paz duradera en la región.