El clima de seguridad que ahora tiene El Salvador gracias a las políticas impulsadas por el Gobierno del presidente Nayib Bukele ha generado una positiva ola económica que se hizo sentir en lo más profundo de las comunidades, otrora territorios controlados por la delincuencia que los gobiernos de ARENA y FMLN permitieron crecer y fortalecerse.
Los primeros que sintieron un alivio por la efectividad del Plan Control Territorial en combinación con el régimen de excepción fueron los ciudadanos que por décadas habían sufrido el asedio de las pandillas. Colonias, barrios, cantones y caseríos que habían sido sometidos al terror de estas estructuras criminales pudieron respirar un ambiente de paz y tranquilidad. Para muchos de sus habitantes era la primera vez en sus vidas que podían sentir la seguridad de salir a la esquina del pasaje sin temor a ser hostigados, vapuleados o asesinados por los mareros.
El siguiente efecto positivo de la mejora en seguridad fue que las tiendas de barrio que hacían malabares para seguir ofreciendo productos por fin vieron entrar a los distribuidores de manera libre y abundante.
Repartidores de mercaderías que antes pagaban extorsiones habían eliminado algunas tiendas de sus rutas de distribución debido al enorme peligro que representaban, tanto por las pérdidas de mercaderías como por la integridad e incluso la vida de sus trabajadores.
Eso también impulsó el surgimiento de nuevos negocios y emprendimientos, que han generado un repunte económico sustancial.
Y lo que se puede ver a nivel microsocial también se refleja a nivel más general. El Ministerio de Turismo ha reportado que cada vez más visitantes internacionales llegan al país, atraídos por las maravillas naturales, pero también confiados en que llegan a un lugar con mucha seguridad.
Hasta agosto, los turistas —que en su mayoría llegan a El Salvador por vía aérea— superaron los 2.2 millones y le generaron al país más de $2,100 millones en divisas. No es poca cosa: se trata de un incremento del 35 % con respecto a la misma fecha de 2022.
Esta transformación de El Salvador se ha vuelto, en sí misma, un atractivo turístico, pues muchos visitantes llegan para conocer de primera mano «el milagro Bukele». Cada vez es más común el fenómeno de que los hijos y nietos de los salvadoreños que abandonaron el país en medio de la violencia del conflicto armado ahora vuelven orgullosos de sus raíces.
Esta es la nueva realidad, una transformación que está en marcha y que el pueblo entero está dispuesto a profundizar.