Las intenciones de los partidos ARENA y FMLN de destituir al presidente Nayib Bukele equivalen a un golpe de Estado desde la Asamblea Legislativa en contra del gobernante con más apoyo popular de la historia de El Salvador. Refleja, además, la desesperación de miembros de ambos institutos políticos que saben que el 28F será el fin de su cómodo estilo de vida basado en lucrarse de la política.
Bukele accedió al poder de manera democrática y, con ello, destruyó el sistema de dos partidos que imperó en el país desde la firma de los Acuerdos de Paz. Cientos de miles de salvadoreños votaron para dejar atrás décadas de gobiernos de ARENA y del FMLN y escribieron la primera página de la posguerra. Las elecciones del próximo 28 de febrero se convertirán, entonces, en el siguiente paso de la transformación nacional, pues significarán la desaparición de importantes bastiones de poder de los partidos tradicionales: la Asamblea Legislativa y las alcaldías.
Sin embargo, el plan de destituir al presidente Bukele ha servido para aclarar las cosas: ARENA y el FMLN no están listos para perder el poder y están luchando con todas sus fuerzas para conservarlo. Durante un año mantuvieron una narrativa de que el presidente estaba acumulando el poder, por lo que el 28F el pueblo debería votar por la oposición para impedir la «consolidación de la dictadura». Pero lo que vemos ahora es otra cosa: quieren presentarse como la única opción para El Salvador y pondrán a los ciudadanos a elegir entre los políticos aliados de ARENA y el FMLN y el presidente Bukele.
Cada una de las encuestas que valientemente se han dado a conocer (porque algunas han sido vetadas y canceladas por sus encargados, porque sabían que sus patrocinadores han caído en la desgracia) ha demostrado que el presidente Bukele tiene un amplio respaldo popular y que Nuevas Ideas encabeza la intención de voto tanto en diputados como en alcaldes.
Así que la única manera que encontraron para aferrarse al poder es quitar al presidente electo democráticamente. El 9F de 2021 ha quedado marcado en la historia por gestar el primer golpe de Estado desde la Asamblea Legislativa en El Salvador. En los documentos están las firmas de los promotores, para pruebas posteriores y desmentir sus intenciones, ahora que ven el tremendo error que cometieron. Sin embargo, en nada afecta la decisión popular.