Iván Duque, presidente de Colombia, hizo esta semana una ferviente exhortación a Estados Unidos, a propósito de los esfuerzos de su país y del resto de las naciones de Latinoamérica para combatir el tráfico de drogas: «Hemos alcanzado niveles récord en interdicciones, hemos destruido laboratorios de cocaína de todo el país, hemos capturado a capos, hemos destruido estructuras, pero también tenemos que hacer algo fuerte para reducir la demanda de Estados Unidos». «Desde la corresponsabilidad de procedimientos que tenemos que adoptar, creo que tenemos que hacer mucho más en Estados Unidos en prevención», enfatizó.
Las palabras del mandatario colombiano tienen un enorme peso, debido a que su nación sufre, desde hace décadas, la violencia vinculada con el narcotráfico. Desde el ascenso de los carteles, que formaron ejércitos privados y se enfrentaban al Estado, hasta la alianza entre los capos, las guerrillas y los paramilitares, Colombia ha puesto millares de muertos para frenar el cultivo, la producción y exportación de la droga.
Sin embargo, mientras la demanda no baje, cualquier esfuerzo de cualquier Estado no será rival para los grandes intereses financieros que implica el trasiego de drogas. Hace unos años, la entonces presidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla, incluso llegó a proponer que Estados Unidos pagara a cada país por cada kilo de cocaína decomisado. Hasta se planteó la posibilidad extrema de dejar pasar la droga para evitar que sean los países de tránsito los que ponen los muertos en la lucha contra el narco.
En El Salvador, el Plan Control Territorial ha permitido la ejecución de grandes incautaciones de droga y ha logrado decomisos récord debido a que existe el firme compromiso de combatir el crimen, sea cual fuere su expresión. Y en el caso del narcotráfico se trata de un crimen que incide en otros delitos, como los homicidios y las extorsiones, vinculados a las pandillas. Combatir el narcotráfico, por lo tanto, permite también una reducción de otros delitos violentos, como lo comprueban las estadísticas de los dos últimos años.
El principal mercado de las drogas es Estados Unidos, de modo que debe existir una política eficaz para reducir el consumo de estas sustancias ilícitas. Hacer, como pide el presidente colombiano, una verdadera campaña de prevención y combatir a las organizaciones que reciben la droga que viene del sur.
El Salvador trabaja para cumplir su parte en el combate de este delito global, a través de operativos en todo el territorio nacional y en las aguas frente a nuestras costas. Los logros son evidentes, aunque a veces desde afuera no se quieran reconocer.