El año 1517 es para el protestantismo cristiano más que significativo. El reformador Martín Lutero hacía público su «Cuestionamiento al poder y eficacia de las indulgencias», un tratado conocido luego como las «95 tesis» que tenía por filosofía central «la justificación de la fe» en contraposición con la teoría de la salvación en obras que, por conveniencia, el monopolio religioso de aquella época pregonaba e imponía por las buenas y por las malas. Los cimientos del poder del sistema papal se remecían en Europa, las cadenas que aprisionaban otra verdad se rompían y salían de la catedral para ver la luz, e iniciaba una reforma que permitió a la postre tener libertad de culto, para que cada cristiano pudiera adorar a Dios según su credo.
El nuevo tratado puso en jaque muchos dogmas hasta entonces concebidos y predicados como la única verdad, incluyendo la infalibilidad del jerarca católico. Esto le acarreó al reformador la burla, la crítica malsana, el enclaustramiento y hasta la excomunión; o sea, desterrado del catolicismo que tanto había defendido hasta que conoció otra verdad sobre las Escrituras.
Las «95 tesis de la justificación por la fe» no eran toda la verdad, mucho menos la verdad absoluta; pero arrojaban conocimiento sobre los temas que habían mantenido a la cristiandad con el velo de la Edad Media. De hecho, muchas denominaciones religiosas las adoptaron posteriormente con matices, unas más que otras,
o agregaron la doctrina que consideraron y quedaron fuera del debate académico y teológico en Alemania. Se dice que Lutero comparaba la nueva verdad que tenía con la luz; no podía arrojar demasiada sobre quienes habían estado en la oscuridad, pues los podía cegar. Pero era necesaria para disipar las tinieblas, aunque causara cierto dolor de visión y entendimiento.
Con cada reforma que surge, los sistemas con intereses opuestos se tambalean, pues inicia la pérdida de privilegios, como pasó con la Iglesia al dejar de percibir en igual cantidad el dinero que se «pagaba» por las indulgencias, tema vertical de las tesis, pues Lutero planteaba otro camino para ser perdonado: «solamente creer».
El año 2020 será para la historia del periodismo salvadoreño cuasi reformador, pues surge con «Diario El Salvador» «el otro lado de la verdad», una nueva luz para que el ciudadano se aproxime a la verdad. Página a página, letra a letra demostraremos que los sucesos pueden contarse también desde este lado con objetividad, profesionalismo, veracidad, lo que para algunos será cegador o simplemente inaceptable al sentir que pierden terreno.
No buscamos que nos llamen reformadores, pero sí somos un equipo con la experiencia requerida para arrojar más luz que contribuya a construir una mejor sociedad, que tanto necesitan las nuevas generaciones. Y esto también es hacer periodismo.
Seguramente en su «Patmos» de Wartburg, alejado de sus otrora amigos y colegas de servicio religioso, donde tradujo la Biblia, el reformador se cuestionó sobre su labor. Ahora la historia cristiana protestante casi lo eleva a los altares, de no ser porque él mismo cuestionó la adoración o contemplación del ser humano. Pero su legado es más que evidente en el mundo al lado de otras religiones. Hay libertad religiosa con denominaciones por doquier.
Quizás nadie se hubiera imaginado durante el oscurantismo los alcances que tendría una nueva interpretación de la cita «El justo por la fe vivirá». «Diario El Salvador» también hará historia y, por qué no, también una reforma periodística en 2020.