En un giro irónico del destino, las micros y pequeñas empresas (mypes) de El Salvador, a menudo desdeñadas y relegadas al olvido por políticas públicas pasadas y por lo que toman las decisiones, han venido emergiendo como la espina dorsal silenciosa de la economía salvadoreña. Es curioso, ¿no es así? Un sector que en el pasado ha sido tratado con tal ligereza e indiferencia ahora da trabajo a siete de cada 10 salvadoreños. La historia no siguió el guion de los tecnócratas, algo que se ha hecho usual.
Las mypes, que abarcan desde unidades de subsistencia hasta entidades de acumulación ampliada y pequeñas empresas, conforman una vasta y compleja red que, paradójicamente, ha estado evolucionando y ha dado una nueva forma al panorama empresarial local del país, aún bajo la sombra del escaso reconocimiento.
Debido a su flexibilidad y adaptabilidad, estas empresas se han diversificado y han encontrado su nicho en varios segmentos de la economía. Se pueden categorizar en las siguientes:
1. Mypes de subsistencia: unidades que representan el 49 % del total, son unidades de personas a menudo con ventas mensuales que no superan los $1,200, luchan día a día para satisfacer las necesidades inmediatas. Se calcula que su número es 409,167.
2. Mypes de acumulación simple: representan el 33 %, estas empresas sobreviven generando lo justo para mantenerse a flote sin grandes excedentes. Se estima que su número es de 278,427.
3. Mypes de acumulación ampliada: el elusivo 12 %, estas joyas generan suficientes ingresos y excedentes y demuestran que el crecimiento y la expansión son posibles en este ámbito. Se calcula que su número es de 101,246.
4. Pequeña empresa: el porcentaje más pequeño, el 6 %; es representado por unidades económicas que tienen la capacidad de generar ingresos brutos anuales hasta por $1,000,000. Se calcula que su número es de 44,324.
En un mercado caracterizado por el alto nivel de consumo, estimulado por un alto flujo de remesas ($650 millones a $700 millones mensualmente) y una creciente competencia por los nuevos mercados locales creados por el desaparecimiento de las maras, estas empresas no solo contrarrestan a escala local la creación de concentración económica, sino que también inyectan innovación y vitalidad a las comunidades. Su contribución al mercado laboral es inestimable, especialmente para aquellos que tradicionalmente luchan por encontrar un empleo local. Un millón de salvadoreños se emplea en el sector de las mypes. También son un baluarte de inclusión económica de las mujeres, con alrededor del 60 % de estas en manos femeninas. En el sector privado formal emplean a 800,000 personas.
Quizás uno de sus puntos más fuertes radica en su capacidad para responder con rapidez a las necesidades de los clientes. Su proximidad y conexión con las comunidades les permite personalizar sus servicios y productos para crear una relación fuerte y estable con los clientes. Esta adaptabilidad también les otorga una resistencia envidiable frente a las turbulencias del mercado.
El lanzamiento del primer informe «El estado actual de la mype 2023: la otra cara de la economía», publicado por el Observatorio Mype de FUSAI, empieza a visibilizar la problemática, el potencial y los desafíos de este sector tan «invisibilizado» y que poco a poco comienza a tener más reconocimiento.
Tras años de estar marginado y minimizado, ¿no es hora de que reconozcamos esa realidad central del nuevo país, un poco paradójica, el cual es el papel central que estas empresas juegan en la prosperidad y la sobrevivencia de los que menos tienen en El Salvador? ¿No será que las políticas públicas tienen que empezar a ver a este sector no como parte del problema por ser «informal», sino como parte esencial de la solución? ¿Es realista pensar que las soluciones vendrán por el lado de la creación solo de empleo formal vía inversiones externas?
Una premisa esencial, en todo este debate, es sin duda reconocer que mayoritariamente somos un país de emprendedores y de empresarios de la micro y pequeña empresa. ¡Es una de nuestras ventajas competitivas! Adaptar los marcos legales para que prosperen es esencial.
Si queremos frenar la migración, la creación local a través de las mypes es una de las principales, o la mejor, apuestas que podemos hacer hoy por hoy. Tal como lo muestra la investigación del Observatorio Mype, la propensión a migrar disminuye de casi el 16 % al 6 % cuando se comienza un emprendimiento que tiene un apoyo efectivo. La gente mayoritariamente migra por causas económicas, la solución es la creación de empleo local duradero, y allí las mypes tienen un rol fundamental.