Respetados lectores:
Me complace mucho compartirles en este medio algunas reflexiones para su consideración. En esta oportunidad, quiero traer a cuenta brevemente una fábula que me llama mucho la atención y me parece acorde a lo que quiero exponer.
Probablemente, algunos de ustedes la habrán escuchado o incluso leído a sus hijos o nietos. Es «El pescador egoísta», que trata de un hombre que se dedicaba a esta labor y que, desesperado por no atrapar tantos peces y preocupado al ver que sus ganancias no eran las que esperaba, ideó un plan que consistía en un peculiar método para lograr que los peces cayeran en sus redes. Lo probó y, en efecto, funcionaba a la perfección. Inmediatamente, aquel hombre pensó: «Ahora sí voy a hacerme rico».
Sin embargo, su técnica provocaba una contaminación en el río y, al cabo de poco tiempo, los pobladores de la zona vieron que el agua que llegaba al pozo principal del pueblo (proveniente de ese río) estaba sucia y con un extraño sabor. Esto llevó a que uno de los pobladores lo confrontara y le preguntara si no se daba cuenta de la contaminación y del daño que estaba generando en la zona, poniendo en riesgo la vida de muchas personas. El pescador le respondió que hacía días que no tenía una buena pesca, que lo lamentaba pero quería volverse rico y lo iba a lograr.
¿Por qué traigo a memoria esta fábula? Mientras la recordaba, pensaba en la curiosa casualidad de que se apega mucho a lo que el sistema de salud público ha sido sometido: ¿a quién le interesa que haya un sistema debilitado, ineficiente o paupérrimo (que es, precisamente, como encontramos la red pública de salud)? ¿Por qué la salud no ha sido una prioridad de las administraciones anteriores? ¿Quién se beneficia con esta situación? ¿A quién le interesa que un sistema de salud no funcione para que se opte por las atenciones privadas? Más directamente: ¿quién es el pescador?
El gobierno del presidente, Nayib Bukele, asumió un sistema de salud paupérrimo, con deficiencias e incumplimientos para garantizar uno de los aspectos fundamentales en la vida de la población salvadoreña; sin políticas de salud adecuadas para la atención integral de enfermedades sanitarias, tales como enfermedades renales, hematooncológicas, problemas de cirugías complejas, la cadena de abastecimiento, sin un sistema de atención prehospitalaria
y, lo más preocupante, sin al menos una iniciativa de cambio a corto, mediano o largo plazo.
Ante esta lamentable realidad, ¿qué fue lo que hicimos? La instrucción del presidente fue que «las atenciones que se brinden en el Ministerio de Salud tienen que ser de igual o mejor calidad que lo que se brinda en el sistema privado de salud»; desde entonces, hemos trabajado bajo ese enfoque y con esa visión.
Una de las primeras acciones llevadas a cabo fue que en 2019 logramos subir el abastecimiento en la red hospitalaria del país, donde identificamos qué medicamentos se tenían, dónde se encontraban y luego hicimos una logística para ordenarlos y que en todos los departamentos se tuviera esa cobertura.
En el marco de la pandemia, quedó en evidencia que no se contaba con un sistema de salud con las condiciones ideales para manejar una situación sanitaria como la que hemos vivido en estos meses: no había áreas de aislamiento en las que se pudieran controlar enfermedades infectocontagiosas, ni la capacidad instalada de unidades de cuidados intensivos en las que se pudiera atender a pacientes que presentaron complicaciones como insuficiencia respiratoria. De este modo, iniciamos toda una readecuación de la red hospitalaria, un trabajo interinstitucional para hacer frente a la pandemia, pero sin descuidar las otras atenciones de salud de la población salvadoreña.
Por ejemplo, en el Hospital Rosales hemos pasado de 30 máquinas para hemodiálisis a 60
en la actualidad, con lo que se incrementa la capacidad para atender a esta población. En ese mismo sentido, en el Hospital Nacional de Santa Ana se ha triplicado la cantidad de hemodiálisis y se ha duplicado la cantidad de atenciones por diálisis peritoneal ambulatoria.
Sin embargo, hay cambios que no gustan, y me refiero a que no gustan porque ayudan a que la mayoría de la población tenga derecho a una atención de salud de calidad, pero que, como contraparte, afectan a un pequeño y selecto grupo, a sus intereses económicos y a los grupos de presión a los que representan. Ahí es cuando vemos a integrantes de comisiones de salud legislativas en desacuerdo, con enojos; a consejos superiores de salud pública en desacuerdo o, incluso, a asociaciones que dicen velar y representar al sector médico pero que critican las buenas acciones que se están implementando a favor de los salvadoreños.
Resulta interesante preguntar: ¿por qué se oponen a que el sistema de salud público avance y se desarrolle? ¿Qué intereses se ven afectados? ¿Quién se beneficia con que un salvadoreño opte por atención privada? En orden de prioridades, por deberes constitucionales, primero se debe garantizar la vida, la salud, la educación, la seguridad. Todos estos son pilares del gobierno del presidente, Nayib Bukele.
Por ello, no asombra ni toma por sorpresa que existan ataques como consecuencia de que estamos trabajando en el rumbo correcto: por la mayoría de los salvadoreños y no por intereses
egoístas y de unos pocos. Estamos cambiando ese viejo esquema, quitando el control a esos
grupos que se benefician y velan por los intereses de la medicina privada, en el que su principal objetivo siempre ha sido que la red pública de salud no funcionara, que se ofrecieran tratamientos básicos para orientar esos tratamientos especializados al sector privado y beneficiar financieramente a un selecto grupo de médicos, en detrimento del esfuerzo de la población salvadoreña para costear estas atenciones.
Por años han existido estos grupos, con intereses muy particulares, que han creado y sostenido un sistema de salud que no solvente las necesidades de la gran mayoría de los salvadoreños. Sin embargo, es nuestra tarea iniciada romper con ese círculo de los mismos de siempre. Ahora pregunto: ¿a quién identifican como ese pescador egoísta y mezquino? Nosotros seguiremos trabajando por llevar los beneficios a esa gran mayoría.