Antes de la llegada de Nayib Bukele como presidente de la república, El Salvador era un destino poco frecuente para la inversión extranjera. Muchas empresas que llegaron al país con el entusiasmo de aprovechar un mercado que debería estar en expansión se enfrentaron con una realidad diferente: a los costos debía incluirse el pago de las extorsiones a las pandillas. Y no solo a una, sino a las tres que operaban en el país. No hacerlo significaba una sentencia de muerte para sus colaboradores.
Gracias a la conquista de la verdadera paz a través del Plan Control Territorial y el régimen de excepción, los empresarios en El Salvador están viendo las cosas con más optimismo. Ahora sus productos pueden llegar a todo el territorio. Ya no hay lugares vedados a donde los repartidores de comida, mercancías o los trabajadores de las compañías telefónicas y de cables no podían llegar porque la pandilla de la zona no lo permitía.
Gracias a ello, el dinamismo económico en los barrios y las colonias se ha reactivado. Las tiendas de barrio que por décadas fueron desangradas por las maras empezaron a mejorar sus ingresos. Surgieron emprendimientos y la gente, libre al fin para caminar de noche, se tomó las calles para disfrutar de la nueva realidad.
El Centro Histórico de San Salvador, otrora un teatro de operaciones de las organizaciones criminales y un escenario vacío al caer la noche, ahora está lleno de vida. Se multiplican los negocios y los turistas llegan de todas partes del país y de muchos otros rincones del mundo. Quieren conocer la tumba del primer santo salvadoreño, San Óscar Romero, y disfrutar de las remozadas plazas y de la arquitectura de la zona, además de conocer, claro está, la Biblioteca Nacional de El Salvador, esa maravilla donada por la República Popular China.
Los industriales no solo reactivaron la producción, sino que ahora también dan cuenta de que la energía que se produce en el país es suficiente para sus operaciones. Antes, la electricidad se importaba para cumplir la demanda. Ahora, en cambio, el país está exportando energía a sus vecinos. Es un crecimiento del 86.8 %, según da cuenta el último informe de comercio exterior del Banco Central de Reserva.
Grandes empresas internacionales, como Nestlé y Unilever, están buscando a El Salvador para expandir sus operaciones en la región centroamericana. Otros extranjeros buscan invertir en hoteles en el país para aprovechar el acelerado crecimiento del turismo en el país. Este es el nuevo país que se construye desde hace cinco años y que seguirá creciendo en el futuro.