Precisamente uno de los integrantes más emblemáticos del concejo municipal de la gestión del exalcalde Bukele, hoy presidente de la república, fue el exministro de Gobernación Mario Durán. Y digo uno de los integrantes más emblemáticos no solo por la estrecha y trascendental colaboración que le prestó al entonces alcalde, sino porque, además, él mismo estuvo al frente, de una manera muy proactiva, de programas tan vanguardistas como el de Una Obra por Día, que tanto beneficio llevó a las comunidades, los barrios y las colonias del municipio capital. Muchas de ellas aún subsisten y además les cambiaron la vida a los habitantes de tales asentamientos urbanos.
Pero el exalcalde Bukele, en ese afán incansable que tiene de servir a la mayor cantidad de gente posible, ya no aspiró a una reelección a la alcaldía de San Salvador —con mucho pesar, me imagino, por el hecho de la no continuidad de las obras y los proyectos iniciados en su administración—, pero debía prepararse para la dura y demandante campaña electoral presidencial —como, de hecho, lo fue— que se avecinaba. Así las cosas, los mismos de siempre presentaron a sus candidatos a la alcaldía —ambos igual de malos, con poca credibilidad, con partidos con banderas manchadas, y uno de ellos hasta acusado de negociar con pandillas—, y sin dudas, producto de la no competencia a la reelección del exalcalde Nayib Bukele, ganó por «default» el menos peor de los dos, y digo el menos peor refiriéndome a la percepción colectiva del poco y bajo porcentaje del electorado que votó, y no porque considere que el actual alcalde de San Salvador haya sido una pizca mejor que su oponente político de su ahora partido cuasigemelo, el fmln (en minúsculas, por supuesto). Y de esa manera se alza con la «victoria» (bastante pírrica, por cierto) arena (en minúsculas) y se convierte en alcalde capitalino Ernesto Muyshondt. De haberse postulado para la reelección el exalcalde Bukele, ni Muyshondt ni ningún otro candidato ni partido hubiesen tenido ni la más mínima posibilidad de ganar, ni en sus más intrincados sueños. Pero entendemos que, debido a esa decisión, ahora tenemos al presidente Bukele y nos encontramos a punto de cerrar el nefasto ciclo político de la posguerra y terminar de una buena vez con la rancia partidocracia que tanto daño le ha hecho al país.
Y con la llegada de Muyshondt y arena a la comuna capitalina, comenzaron todas las desgracias para la ciudad capital: un concejo municipal sin visión, sin perspectiva de modernidad, sin ideas de vanguardia; con un alcalde formado en la escuela de la vieja política corrupta y torcida de sus mentores en arena, señalado de acabar de negociar en aquel momento con criminales pandilleros, hasta el punto de aparecer en videos ofreciendo nombramientos y dineros a los cabecillas de dichas organizaciones a cambio de favores electorales para el entonces candidato a la presidencia por arena, también señalado y acusado de negociar con criminales: el diputado Norman Quijano.
Con un alcalde «criado» y «alimentado» en el entorno de la cultura corrupta de las administraciones de arena, y por si eso fuera poco, llegando a la alcaldía, más con el ex profeso propósito de encontrar «pruebas» para dañar la imagen del exalcalde Bukele, pues era en ese momento el candidato presidencial con mayor perspectiva de ganar las elecciones que venían. Un alcalde y un concejo municipal que llegaron más a ver cómo le daban retro a todo lo que tuviese «olor» a la administración anterior, aunque eso significase perjudicar proyectos de beneficio para comunidades, barrios y colonias capitalinas.
En fin, Muyshondt llegó a jugar su papel, el que el partido le había asignado en aquel momento, aunque ese mismo partido le dio la espalda frente a las acusaciones de negociar con criminales, o como él mismo lo señaló en su momento: «Me echaron a los lobos». Pues sí, así es ese partido de torcido, así es ese partido de corrupto.
¿Y qué pasó en estos casi tres años de administración de arena en relación con la gestión del exalcalde y hoy presidente Bukele? Bueno, hablar de la noche triste y oscura de estos tres años para la capital. Continuará.