Hay que continuar y darle una nueva oportunidad a nuestro destino de superar las metas que nos propusimos hace cuatro años, cuando el pueblo decidió el 2 de febrero de 2019 cambiar el rumbo funesto y la detestable posición de frente a gobiernos corruptos, mañosos, sin metas de progreso para nuestro país, sin otros planes más que enriquecer a los que dirigían sus negocios, los politiqueros que solo hacían ofertas demagógicas para mantener sus particulares intereses. Fueron unos resultados electorales que conmovieron al mundo después de ver a El Salvador en 30 años de bipartidismo.
Y unas elecciones que no se deben olvidar: «Con un 87.67 % de las actas procesadas, Bukele logró el 53.8% de los apoyos frente al 31.6 % de la coalición liderada por la derechista Alianza Republicana Nacionalista (ARENA) y el 13.7 % del izquierdista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN)».
Indiscutible muestra de la actitud soberana del pueblo salvadoreño, romper de una vez por todas con esa condena dictatorial del bipartidismo, en franco compromiso de alianza con oscuras organizaciones delincuenciales.
Pero es que no se trataba de quién fuera elegido en esa oportunidad, fue una propuesta de «nuevas ideas» para gobernar, nuevos representantes auténticos del pueblo, nuevas formas de gobierno que respondieran a las ingentes necesidades de atención a su proceso histórico que requería El Salvador, y el electorado expresó radicalmente sus derechos a tener un nuevo gobierno, un gobierno diferente que se avocara a resolver urgentemente esos problemas fundamentales que lo estaban asfixiando, aniquilando como Estado: la inseguridad en primer lugar, la corrupción galopante que se tragaba como gigantesco dragón los recursos del país, los dineros del Estado. La burocrática ingestión que un ministerio insalubre mantenía a las instituciones de atención pública sin medicinas ni atención médica. Carreteras, autopistas, caminos comunales sin mantenimiento, hechos una ruina para el tránsito automotor… La Universidad de El Salvador, nuestra primera casa de estudios, por fin atendida como se merecía hace mucho tiempo. Se puso a funcionar el puerto de La Unión, ofrecido hace más de 10 años. Y muchas obras más. Pero esto en apenas cuatro años y aún no se ha hecho nada en comparación con todo lo que se ha dejado de hacer en estos últimos 30 años de anteriores gobiernos en nuestro país.
Los despechados y sin autoridad moral de los hoy prófugos de la justicia, radicados y «nacionalizados» en otros países, que corrieron despavoridos al conocer el triunfo de Nuevas Ideas para gobernar, mejores ideas, o distintas a las que tuvo El Salvador de corrupción durante los anteriores 30 años; que si contamos la historia con honestidad tenemos que confesar, declarar sin pena, que desde la colonización misma habían tenido a nuestro país en la miseria.