En los últimos días hemos podido evidenciar los arteros ataques de la oposición política salvadoreña hasta el grado de llegar al uso de términos peyorativos en contra de las políticas implementadas por el presidente Nayib Bukele. Es entonces necesario e imperativo proceder desde nuestra trinchera de analistas de la realidad salvadoreña en todas sus dimensiones, sean estas de orden económico, político, social o cultural.
En esta ocasión me permito recurrir a presentar una historia bíblica, la cual está fundamentada en un momento histórico. La Biblia narra los acontecimientos de las ciudades de Sodoma y Gomorra, dos ciudades vecinas de la época del patriarca Ibrahim (Abraham), cuya historia es relatada en el libro de Génesis.
Según el relato bíblico, estas ciudades fueron calcinadas como castigo divino por la gravedad de sus pecados, y es que unos ángeles llegaron a advertir al profeta Lot (Lut) que abandonaran la ciudad porque sería destruida por Dios debido a sus pecados, y además les pidió que no miraran atrás, cosa que la esposa de Lot no atendió y fue castigada y convertida en una estatua de sal, que según el historiador judío Flavio Josefo se encuentra cerca del Mar Muerto, en el monte Sodoma.
La historia bíblica antes presentada nos permite establecer un marco de comparación con la realidad que nuestro país ha vivido, específicamente en los últimos 30 años, cuando los gobiernos de ARENA y FMLN hicieron una serie de actos abominables en contra de la población salvadoreña; entre ellos, por ejemplo, los gobiernos de ARENA nos dolarizaron, hicieron que perdiéramos nuestra política monetaria, nos obligaron a adoptar un sistema previsional perverso (AFP) que ahora tiene, de momento, condenada a la población salvadoreña a recibir mínimas pensiones a pesar de los enormes esfuerzos del Gobierno del presidente Bukele.
Miembros de la oposición salvadoreña, como Rubén Zamora, argumentan estar recibiendo una pensión pobre, de nada más y nada menos que de $3,000, y de estos hay muchos. Habrá que hacer uso de la Ley de Acceso a la Información Pública para que se conozca cuánto reciben estos «epifitos» comparado con las pensiones de la clase trabajadora.
Tanto ARENA como el FMLN vendieron la idea de una paz que nunca llegó, al menos la población no la percibió, solo para sus cúpulas y grupos corporativos, pero sí buscaban establecer un sistema político de alternancia para seguir lactando del Estado a costa de los impuestos de nuestra gente, estrategia fallida con la derrota de estas extremas por parte del presidente Bukele con su triunfo electoral en 2019. De allí el odio hacia el actual mandatario salvadoreño, quien obtuvo otra victoria electoral con la reelección del 4 de febrero.
Otro elemento que no debemos olvidar y que debe ser parte de nuestra memoria histórica y colectiva es que tanto ARENA como el FMLN negociaron con las pandillas la vida de nuestro pueblo, y a la vez pagaron sumas exorbitantes de nuestro dinero a estos grupos de facinerosos.
La historia de la estatua de sal, como salvadoreños de bien, nos debe poner a pensar que mirar atrás sería un grave error histórico para nuestro país, para nuestra gente, o sea, para nuestra seguridad.
No debemos como salvadoreños ver hacia atrás, pues allí solo encontramos corrupción, engaño, muerte y destrucción. Es un momento histórico para ver hacia adelante, ver el futuro que es nuestro y no convertir al país en una estatua de sal.