El eje central del Gobierno del presidente Nayib Bukele ha sido la protección, promoción y desarrollo de los ciudadanos. La defensa de la vida es la base de los derechos humanos. Y en una sociedad se trata de defender la vida de los ciudadanos. Aquellos individuos que atentan contra la vida de los demás deben ser separados para dejen de dañar a la sociedad, pero deben ser aislados de manera que también paguen por los daños causados.
Es lógico que en un país en donde los gobiernos de ARENA y del FMLN priorizaron el saqueo del Estado —y para ello no tuvieron ningún problema en mantener alianzas y negociaciones con las pandillas— la criminalidad haya llegado a niveles como en ninguna otra parte del mundo.
El Salvador llegó a ser conocido como la «capital de los asesinatos», precisamente porque la tasa de homicidios superaba el centenar por cada 100,000 habitantes, un rango superior al de países en guerra. Y si había tantos asesinatos era porque había muchos criminales sueltos. Las maras surgieron durante los gobiernos de ARENA y se fortalecieron y crecieron con el FMLN. Usaban los homicidios como moneda de cambio para extorsionar a las autoridades.
Por tal razón, es lógico que para reducir tantas muertes era necesario capturar a todos los asesinos, enviarlos a prisión y garantizar que no iban a salir y que no iban a seguir operando desde las cárceles, como también ocurrió en las administraciones pasadas.
El Salvador dejó de ser el país peligroso que era porque el presidente Bukele tuvo la decisión y la valentía de declararles la guerra a las pandillas. Con el régimen de excepción y el Plan Control Territorial, El Salvador ahora es el país más seguro del continente.
Sin embargo, estas medidas, que son celebradas a lo largo y ancho de Latinoamérica y en otras latitudes, son motivo de discordia para aquellos «analistas» que prefieren el Estado anterior y reclaman por la «violación de derechos» de los pandilleros detenidos.
La inmensa mayoría de los salvadoreños —salvo los políticos fracasados que perdieron sus privilegios y los socios de los mareros— respalda vehementemente las medidas de seguridad adoptadas por el Gobierno, porque por primera vez en la historia El Salvador vive en paz y se respeta la vida y los derechos de los ciudadanos honrados. ¿Acaso no es eso más importante que las restricciones y privaciones que puedan tener los asesinos, extorsionistas, violadores y terroristas que están encerrados en el Cecot?