La zona que comprende los municipios de Soyapango, Ilopango y San Martín ha sido históricamente territorio con una gran incidencia de estructuras terroristas, crimen e inseguridad. A lo largo de los años, el establecimiento de estos grupos en colonias, barrios, cantones y caseríos llegó a forjar una reputación por menos macabra de lo que representaba el crimen organizado. A muchos les parecería una locura pensar que las cosas podían cambiar en poco tiempo, o que de alguna forma la solución no le pasara factura a la población, pero el pasado 26 de marzo, con la instauración del régimen de excepción y la guerra contra las pandillas, hubo un giro de los acontecimientos en favor de los salvadoreños. Más de 5,000 detenidos desde entonces han logrado minar las células de las estructuras terroristas y romper las cadenas logísticas de financiación con las que delinquían, librando de extorsión a miles de comerciantes en los tres municipios y capturando a los pandilleros remanentes y colaboradores que se resisten a desaparecer. Ha sido tan evidente el cambio que en julio, agosto y septiembre se registró únicamente un homicidio en la zona comprendida de los tres municipios, y se capturó al hechor.
A esto se suma la incautación de cientos de armas de fuego, desde pistolas y fusiles hasta armas de guerra, cientos de kilos de diferentes drogas, mercadería, dinero producto de extorsión, vehículos, celulares, entre otros, arrancando de las manos de los terroristas recursos valiosos para sus estructuras. Todo este esfuerzo se ha materializado en evidentes resultados estadísticos en la reducción de todos los delitos, pero también en logros intangibles, como la mejora de la calidad de vida de los salvadoreños, la confianza de la gente en las autoridades, la seguridad y la tranquilidad, que lentamente empieza a manifestarse cada vez que visitamos un parque o un área pública de estos municipios, donde las personas ahora sacan sus celulares sin temor, el comercio de la micro y pequeña empresa comienza a florecer nuevamente.
Aún queda mucho trabajo por hacer. Los cambios sociales, como en todo proceso, son progresivos, pero se han logrado cimentar las bases necesarias para una transformación de estos territorios, forjando un mejor mañana para todas las generaciones venideras.
Históricos lugares bautizados como cunas de pandilleros, como La Campanera, Bosques de Prusia, Altavista, Madre Selva, Vista al Lago, entre otros, ahora respiran una atmósfera que a muchos se les antoja extraña, porque no queda casi ninguno de los criminales que los asediaron, y los que quedan se encuentran escondidos y huyendo para intentar evadir lo inevitable.
La orden del presidente Nayib Bukele y la ejecución del director policial, Mauricio Arriaza Chicas, ha logrado lo imposible días tras días sin ningún homicidio. Miles de salvadoreños podrán pasar un fin de año junto con sus familiares.
Soyapango, Ilopango y San Martín se han convertido y seguirán siendo un ejemplo de redención, superación y esperanza, de un pueblo que ahora en ese triángulo puede voltear página y cerrar un oscuro episodio, y abrir un nuevo capítulo que como un amanecer entrega un sol que brilla con la calidez de la esperanza tras una larga noche.